Puesto que todos sabemos, que el número seis creó las plantas a su imagen y
semejanza,
no nos va a extrañar, que ellas se animaran
y pudieran conseguir el mundo de los insectos.
Y que éstos, llenos de entusiasmo,
dieran vida al reino mineral
no puede extrañarle a nadie.

Que las rocas fuertemente motivadas
consiguieran animales, era de esperar.
Así, encontraron la existencia
cebra, cayo y apestoso varano.
Que conquistaron el mundo.

Una mangosta creó las nubes,
y un escorpión, las aguas caudalosas.

El perrito de la pradera, inventó la vigilancia.
y lo que llevó más tiempo,
fue conseguir animales asimétricos.
¡Cómo se rompían!
¡Cuánto bebían!
Qué emocionantes momentos vivió la Creación.
Pronto quedaron atrás los primeros intentos,
y el tiempo pasado pareció lejano.

Hora fue, entonces ya,
de cerrar el Universo
y ponerlo
a funcionar.